Nadie se ilumina así como así, porque medite o por hacer yoga, ni por ninguna de las tantas prácticas que hoy existen relacionadas a la espiritualidad.
Yo creo que sólo nos vamos iluminando muy lentamente en la medida en que ponemos conciencia a lo que hacemos día a día y a nuestras reacciones. La iluminación no siempre es placentera, sino que es un arduo trabajo interior con uno mismo, en el cual hay que dejar de mirar lo que hace el otro y trabajar con uno mismo en lo que a mi me pasa con eso que hace el otro.
Es necesario, decía, auto observarnos cuando reaccionamos. Y cuando digo reacciones me refiero a poder ver sin auto engañarnos desde que parte de nosotros mismos, desde cual de nuestros “yo interno” lo estamos haciendo, cual de nuestros personajes es el que aparece.
Podemos, con un trabajo de mirarnos y “pescarnos” en esos momentos, identificar que aspecto nuestro, disfrazado de que personaje se dispara y se actúa, sacándonos de nuestro centro, alejándonos de nuestra esencia.
Es cierto que somos todos nuestros personajes, pero como diría Gurdjieff, ¿Quién es el AMO? ¿Quién nos está gobernando en esos momentos? ¿Nuestro amo, el yo superior o nuestras reacciones emocionales presas de historias pasadas? ¿Estamos reaccionando hoy por esto que pasa hoy o estamos tiñendo nuestro accionar con los temores y frustraciones no elaboradas?
El trabajo es con uno mismo. Mirar a los demás con el juicio ya no nos sirve. Mirémonos cada uno, con autenticidad, y valoremos esto, nuestros esfuerzos hacia esta dirección. Gurdjieff nos invita a realizar un trabajo sobre si, así lo llama, con esfuerzo conciente y sacrificio voluntario. (El clásico de Ouspenski, Fragmentos de una enseñanza desconocida, nos habla de las enseñanzas privadas de Gurdjieff ).
Tenemos toda la energía disponible en el universo en estos días que quedan de la Onda Encantada del Sol para dar un paso más en el camino de nuestra evolución, aprovechémoslo.