Mediante este mecanismo llamado proyección colocamos en los demás aspectos que son propios.
Creemos que son los otros, “esto o aquello” y no nos damos cuenta que estamos poniendo en ellos cosas nuestras que no vemos aún de manera consciente.
La proyección no es algo malo o bueno, sino, simplemente, una característica de todo ser humano. No hace falta dejar de proyectar, sino tomar conciencia del efecto de las proyecciones.
Al proyectar les otorgamos a otras personas, objetos o situaciones la capacidad para hacernos felices o desdichados, en lugar de registrar que tal condición reside en nuestro interior.
La sombra
La sombra no es algo patológico, ni algo que deba ser remediado: es una parte integral de la naturaleza humana. Referirnos a la sombra como nuestro lado oscuro no es un término peyorativos, sino que engloba todo lo que no está iluminado por la luz de la conciencia.
La sombra es entonces todo lo que no estamos viendo.
Nos encontramos con la sombra todos los días cuando nos enfurecemos porque alguien nos decepciona, cuando rechazamos a una persona que ni siquiera conocemos, o idealizamos a otra. Nuestras reacciones emocionales y los juicios que formulamos de manera automática e inmediata reflejan los propios aspectos inconscientes, y si logramos reconocerlos, se transforma nuestra relación con nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
La integración de la sombra comienza cuando en lugar de seguir proyectándola, comenzamos a admitir su existencia.
Al percibir que tenemos las mismas características que criticamos, y que realizamos las mismas acciones que reprobamos, comenzamos a desarrollar un nivel de conciencia que nos permite ver la realidad de una manera relativamente libre de distorsiones.
La sombra tiene un lado oscuro y un lado luminoso.
Todo lo que admiramos o rechazamos en otros existe en nuestro interior.
Cada vez que sentimos una emoción intensa es necesario identificar el aspecto el aspecto personal que se ha activado; ésta es una tarea difícil, ya que las emociones intensas no se caracterizan por inducirnos a la reflexión y la auto-indagación,
Los aspectos positivos de la sombra son virtudes y talentos que forman parte de nuestro potencial.
Admirar o envidiar a otros por sus aptitudes y talentos es una señal de que están espejando cualidades propias inexploradas.
A veces resulta más difícil aceptar la sombra positiva que la negativa; nos cuesta más percibir nuestra nobleza y ternura que nuestra indiferencia o crueldad debido a que nos hacen sentir expuestos y vulnerables.
Los comentarios de los demás son una fuente de información de la sombra.
Cuando logramos escuchar lo que nos dicen sin adoptar una actitud defensiva o justificamos, tenemos la oportunidad de conocernos con mayor plenitud.
La sombra se manifiesta en las experiencias recurrentes.
Otras maneras de descubrir a la sombra en acción son los actos fallidos y las equivocaciones, como en los ejemplos de Sara y Luis citados en el capítulo anterior, los sueños y el sentido del humor.
Por medio del humor, tratamos de restarles poder a experiencias intensas y significativas, y explorar por qué o para qué nos reímos suele ser sumamente revelador.
La integración de la sombra es un requisito indispensable para la transformación personal.
Las cualidades repudiadas se transforman por medio de su inclusión y aceptación.
Es precioso recordar que la proyección es un mecanismo inconsciente: no decidimos proyectar, sino que ocurre de manera espontánea, más allá de nuestro control o nuestro deseo consciente. Sólo podemos proyectar material inconsciente; una vez que éste se vuelve consciente, la proyección deja de tener validez y se disuelve.
Los aspectos negativos cumplen una función dentro de la estructura psíquica.
Para descubrir nuestros aspectos proyectados, necesitamos reflexionar sobre el tipo de personas con quienes nos vinculamos.